Foto: el País

La conversación siguió la mar de distraída, aquella mujer era un volcán. Sonia estaba encantada con la desconocida. En la terraza comenzaba a refrescar.

-¿Le apetece venir a casa y tomar una copa?

Ágilmente la anciana se giró hacia atrás, como buscando a alguien.

-¿Con quién hablas? - Bromeó - Pues me parece genial, ya se me estaba quedando el pompis helado. Ni se te ocurra pagar, invita Corita. 

Mientras caminaba le fue explicando pequeños secretos del pueblo, el nombre de todos sus gatos, había tenido más de veinte, aunque prolongados en el tiempo; y por supuesto su amor por la cocina. Sin darse cuenta llegaron a casa de Sonia. No más llegar se sentó en el sofá.

-Perdona ricura, pero una ya tiene sus años que de ningún modo confesaré.¿ Con que me vas a deleitar?. Necesito algo de marcha ¿Tienes tequila?

-Pues si que tengo, pero te voy a sorprender - Sonia entró en la cocina y buscó en la nevera los dos paquetitos de arándanos, unos rojos y otros negros, que había comprado el día anterior. Peló un par de limas, sacó hielo del congelador, y buscó en su bolso algunos paquetes de azúcar. Era amante de tomar el café solo, pero siempre guardaba los azucarillos para otros menesteres. Con todos los ingredientes se fue hacia la Thermomix® y en cinco minutos apareció con un par de copas en la cual había puesto unos margarita frozen de arándano. 

Corita quedó entusiasmada - Ni en mis mejores años habían tardado tan poco en hacer un coctel. ¿Sabes? Yo tuve el primer Thermomix® que hubo en España, el TM3300. Y desde entonces he ido cambiando de modelo según han ido saliendo. ¡Son maravillosos! En alguna ocasión estuve tentada en hacerme comercial, pero mi vida ha sido muy movidita y no permitía disponer de tiempo.

-¿En que trabajabas? - Dijo Sonia con curiosidad.

-Mira, te lo voy a decir por que me has caído bien, pero a estas alturas de mi vida no tengo ninguna gana de justificarme. Yo era vedette, de hecho primera vedette en diferentes teatros del mundo. Con solo poner mi nombre en los carteles ya se vendían las entradas a porrillo. He empezado así mi frase, por que todo el mundo asocia mi profesión con la de meretriz, y no tiene nada que ver. Yo he vivido mi libertad sin tapujos, pero siempre respetando y respetándome a mis misma. ¡Esta vieja parlanchina te va a volver loca!

Sonia se la miraba con una mezcla de admiración y respeto. De pronto llegó un mensaje al teléfono de Corita. Lo leyó y dijo - Me voy despidiendo por que me voy, que me están esperando donde no estoy.- Giñó el ojo y tras decir adiós con la mano, abrió la puerta y se fue.

Sonia se quedó inmóvil en el sofá, pensando. - yo quiero ser así de mayor.

 Sigue el relato desde aquí