Foto: ABC

Chloe siguió con un clásico de la cocina francesa, en su niñez era frecuente llegar a casa y dejarse llevar por el aroma de la mantequilla derretida y el dulce olor de las manzanas. En esta ocasión haría Tatín de pera, resultaba más estival.

Aún conservaba los moldes de su abuela, antes todo se hacía para que durase varias vidas. Caramelizó el fondo y las paredes de 6 seis de ellos. Cortó las seis peras descorazonadas en rodajas muy finas y las colocó superpuestas, cubriendo el fondo de los moldes.

Puso en el vaso 50 g de azúcar, 40 g de mantequilla y media cucharadita de canela y programó el Thermomix® 2 minutos a 100°C y velocidad 1. Repartió esta mezcla en los moldes, sobre las peras. Inmediatamente después colocó la mariposa en las cuchillas. Vertió dos huevos, 60 g de azúcar y una puntita de azúcar vainillado y programó 2 minutos a 37°C y velocidad 3.5. Después, programó 2 minutos a velocidad 5 sin temperatura. Añadió 80 g de harina y mezcló 10 segundos a velocidad 2. Retiró la mariposa y vertió esta masa en los moldes. Los colocó en el recipiente Varoma, aclaró el vaso y puso 600 g de agua. Situó el Varoma en su posición y programó 30 minutos a temperatura Varoma y velocidad 1. Ya los tenía listos para desmoldarlos  y servir. 

 Faltaba una hora para empezar a servir cuando Izarbe entró en el pequeño restaurante de su amiga. Trabajaba con ella pues sus horarios lo hacían compatible con sus estudios. Anotó el menú en la pizarra y vistió las mesas con divertidos manteles de cuadros azules y blancos . A Chloe le gustaba tener flores frescas en las mesas, en esta ocasión serían astromelias naranjas, por la noche cambiaba las flores por velas. 

-¿Chloe cómo tenemos lo del concierto del viernes?

- Falta ultimar algo del menú, pero los chicos ya han asegurado que vienen.

- La gente vendrá más por ellos que por una cena muy elaborada, pero claro hay que ser original en ello, pues es tu carta de presentación.

- Ya te digo que está más o menos pensado.

Se abrió la puerta. Una pareja de amigas que tenían curiosidad por el restaurante. Al poco, cuatro señores de los de traje y corbata. Y a los quince minutos entró Jorge.

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